Como testigos y/o víctimas directas.
San José, 18 de marzo del 2019. A los 7 años presenció la muerte de su madre por un disparo, con 5 años fue la única testigo del asesinato de su mamá con un arma, a los 5 y 7 años pierden a su mamá en un tiroteo por drogas, a los 14 años murió por un enfrentamiento con armas entre grupos vinculados al narcotráfico y a los 7 años una bala alteró su salud de por vida. Estos son solo algunos de los niños, niñas y adolescentes que ha atendido el Patronato Nacional de la Infancia en los últimos tres años que han sido testigos y víctimas directas de las armas y la violencia.
Algunos de estos niños y niñas son parte de los 93 heridos con armas de fuego, registrados en los últimos 12 años en el Servicio de Registros y Estadísticas de Salud del Hospital Nacional de Niños (HNN). 64 son niños y 29 niñas; 20 tenían entre los 0 y 4 años, 40 entre los 5 y 9 años y 33 tenían edades entre los 10 y 14 años de edad.
Este mismo centro médico atendió, entre el 2016 y 2018, 19 niños y niñas víctimas de disparos, 6 con armas de fuego en la vivienda, 1 en la escuela, 8 en las calles y carreteras y 4 en lugares específicos.
Aunado al riesgo que representan las armas, se ha experimentado un incremento en la violencia contra la niñez y la adolescencia. Durante el 2018, el Patronato Nacional de la Infancia (PANI) recibió 63.332 llamadas por situaciones violatorias de derechos. Esto significó un aumento del 29.5% en el ingreso de llamadas con respecto al 2017. En cada incidente recibido se alerta sobre una o más personas menores de edad en vulnerabilidad social. Ese año se reportaron 84216 personas menores de edad.
Para el Patronato Nacional de la Infancia (PANI), en la discusión nacional en torno al acceso, posesión y uso de armas de fuego debe prevalecer el interés superior de los niños, niñas y adolescentes, porque ellos están siendo víctimas inocentes de las armas y la violencia que acaba con sus vidas.
“Las armas no deben estar en la vida de los niños y las niñas, por eso abogamos por un mayor control y menor disposición de éstas. Las armas y la violencia deben dar paso a la convivencia pacífica y el respeto que son indispensables para el desarrollo integral de cada uno de ellos y ellas”, manifestó la Ministra de la Niñez y la Adolescencia, Patricia Vega Herrera.
Para la Comisión de Seguimiento del Sistema Nacional para la Atención y Prevención del a Violencia contra las Mujeres, en la que participa el PANI “las posibilidades de que una mujer sea asesinada por su esposo o compañero con acceso a un arma de fuego aumenta el riesgo cinco veces. Adicionalmente, un arma en el hogar pone en riesgo no solo a las mujeres sino también a los niños y niñas y al resto de las personas que integran el grupo familiar se encuentra 41% de mayor riesgo de morir por el uso de esas armas”.
Por su parte, en el I Informe Regional de Desarrollo Humano “Seguridad Ciudadana con Rostro Humano: diagnóstico y propuesta para América Latina 2013-2014”, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) se indica que “…la presencia de armas de fuego, el tráfico de drogas y el consumo de alcohol actúan como impulsores de la inseguridad. Además, que la portación de armas de fuego es un facilitador del delito y de la violencia, por lo que debe ser excepcional y el Estado debe controlar estrictamente”.
